El arquitecto estadounidense Louis Henry Sullivan, nacido el 3 de septiembre de 1856, cuyos proyectos para rascacielos le dieron fama mundial, fue el fundador de la llamada “Escuela de Chicago”, la cual cumple su primer centenario
Sullivan nació en Boston y estudió arquitectura en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Más tarde viajó a Francia, donde estudió por un año en la Escuela de Bellas Artes, al tiempo que trabajó en un estudio de arquitectos.
La escuela de Chicago fue un estilo arquitectónico surgido a principios del siglo XX en la ciudad de Chicago (1910). Fue pionero en la introducción de nuevos materiales y técnicas para la construcción de grandes edificios comerciales, con estructuras de acero y recubiertos de mampostería.
Según los expertos, en 1875 Louis Henry Sullivan se estableció definitivamente en Chicago, donde trabajó como dibujante hasta que en 1881 fundó su propio estudio, junto con Dankmar Adler.
Los estudiosos de su obra afirman que uno de sus primeros trabajos en equipo fue el famoso proyecto para el Auditorium de Chicago (1886-1889), un enorme edificio que incorporaba hotel, oficinas y el teatro propiamente dicho, cuya extraordinaria acústica lo convirtió en una obra modelo.
En 1881, junto con Adler, concluyó en Saint Louis, Missouri, otra construcción de más de 10 plantas, el “Wainwright Building”, pero su prolífica asociación se disolvió en 1895, y para Sullivan comenzó el declive económico.
En 1904, Sullivan construyó su obra maestra en solitario, el almacén de Carson Pirie Scott (en un principio conocido como Schlesinger and Meyer), uno de los mejores ejemplos arquitectónicos de la escuela de Chicago.
De las construcciones posteriores de Louis Henry tan sólo se conservan dos pequeños bancos: el Security Bank de Owatonna (Minnesota, 1908) y el People´s Savings Bank de Cedar Rapids (Iowa, 1911). Sullivan también fue un prestigiado teórico, que expresó sus ideas en conferencias y escritos, como el clásico “Autobiografía de una idea” editado en 1924.
Su famosa afirmación de “la forma sigue a la función” se convirtió en “leif motiv” para muchos de sus colegas, aunque él nunca la aplicó de forma literal, sino tan sólo en el sentido de que la idea de un proyecto podía partir simplemente de sus consideraciones funcionales.
En contraste con estas obras casi tradicionales, los escritos de Sullivan, especialmente los “Kindergarten Chats” (Charlas de jardín de infancia, 1901) y “Autobiografía de una idea” (Nueva York, 1924), contienen sorprendentes apreciaciones sobre el desarrollo de la arquitectura moderna. De hecho, en todas sus obras empleó un exquisito lenguaje ornamental, incluso en los rascacielos. Sullivan falleció en la ciudad de Chicago el 14 de abril de 1924.